4.11.13

EL RACÓ DEL MARINER. La Barceloneta de verdad, la del puerto.

EL RACÓ DEL MARINER, a la sombra de la Torre del Rellotge a la Barceloneta. 
Extraño local el que les traemos hoy al blog. Conocido en determinadas esferas pero lejos de lo que es el gran público que suele transitar la zona sur del Passeig Joan de Borbó (cada vez más cerca de que necesite una dosis de Napalm como las Ramblas) y ciertamente escondido tras una aduana de la Policia Portuaria al final del C/Escar al que accederán tras una sesión de acertijos con el poli de la garita. Como en la mítica escena de Bilbo y Gollum, más o menos, para que se hagan una idea. Pero si alguien les pregunta qué llevan en el bolsillo o que tiren de un dedo, no lo hagan por si acaso.

En todo caso, tras un post de los cracks del Morro Fi y con la dirección del evento por parte del señor Compte, nos dirijimos a un #paellahunters masivo repleto de gente de buen comer y estómago endurecido por el vermut. Reserva mediante, que aunque semisecreto el local se llena bastante de gente de todo tipo. Desde guiris perdidos hasta rudos marineros con una novia en cada puerto. Y nosotros allí, esperando la comida que no llegaba y se demoró como si trajesen el pescado en trirreme griego de combate.

Hicimos un clásico entrante pica pica para compartir entre todos, muy variado y del que existen pocas fotos. Yo al menos me limité al rejo y a las bravas. El rejo son las patas del potón, pero no vamos a hacer broma con esto, malpensados. Como si fuese pulpo y todos contentos. Hubo fritura de pescado, mejillones y algo más, pero vaya, que no les vamos a poner los colmillos largos que no hay fotos.
Estimable rejo rebozadete (una técnica bien conocida en el local) y muy buenas bravas que sorprendieron por su buena e inesperada calidad (la verdad sea dicha). No salen en la lista del Time Out pero merecen estar antes que al menos 3/4 partes de las que sí salen. Potentes en la aplicación pimentonera como mandan los cánones y la Sandra.
Tras los entrantes, la larga espera para la paella de marisco (16€ per head). Demasiado tiempo, seguramente se les pasó empezar la cocción cuando tocaba y fueron a remolque aunque parecen haberla sacado algo tarde. No es fácil hacer paella para 9, pero finalmente llegó, la dejaron sobre la mesa y nuestra especialista en paellas se puso a repartir. El servicio merece otro comentario aparte. Muy peculiar, muy heterogéneo, de bar de toda la vida, con gracia, salero, familiaridad y buen hacer aunque de mejorable memoria.
La paella me gustó. No fue una gran paella ni estaba como debería haber estado. Se había pasado algo, sin duda, y había quedado algo apelmazada y con el grano blando, pero el sabor muy bien. Sobre todo me gustó porque me recordaba a las familiares aunque ésta tampoco nos dejó mucho socarrat y se puede considerar otro punto en contra. Buen sabor, mejorable ejecución. Se había pasado pero no la dejamos pasar. Eran casi las 5 de la tarde y no quedó prácticamente nada. Raciones generosas a tener en cuenta.
Si les gusta el arroz suelto y algo duro no es su paella. Si no tienen problema con un arroz más meloso por el grano algo más blando, no tendrán problema. Paella interesante pero no una gran paella. Los cánones no estarían tan contentos en esta ocasión.

Podríamos haber comido tranquilamente 12. 
En definitiva, un local semisecreto donde poder comer una buena paella con pescado fresquísimo y por lo visto en otras mesas una fideuà igualmente interesante o mejor aún. No le tengan miedo a la Policia y pasen. Estarán en el puerto, pero en el de verdad. En el que queramos que siga existiendo y que el alcalde no convierta en un cementerio de yates de lujo para momias como Briatore o análogos.
Experiencias auténticas.

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