28.2.15

CAL MARIUS. De pastrami y bagels lejos de la Gran Manzana.

CAL MARIUS, Mallorca 449, en la gran manzana del pastrami y la Sagrada y jodida Familia.

De pastrami y bagels hemos hablado largo, tendido y mucho en este blog. Y volvemos, porque el blog es mío y aquí se habla de lo que yo quiera. Y hablando de cosas que nos gustan pues no les podemos engañar: Bagels, de Be my Bagel y pastrami de Paprika Gourmet son Top of the Tops. Una selección All Star de productos favoritos del blog.
De Cal Marius les hablé en un álbum de Facebook cuando nos presentaron sus creaciones hace unos meses y ahora, justo cuando están en fase de traslado a un local enfrente del actual, volvimos a pasarnos a recordar lo espectacularmente grande que era todo. Aún perdonando esa U intrusa, pueden ver que no les engaño. Las creaciones de Marius son espectaculares más allá de Orion y parte del extranjero. Luego lo verán con sus ojos fuera de las órbitas.
El día de la visita me busqué a un guilty partner de buen gusto y ya versado en las maravillas mariusianas para que me acompañara en el magnífico ágape y me pudiera orientar sabiamente en qué escoger. No es que cuando te encuentras un bagel con pastrami sea difícil entender que va a estar bien sí o sí, pero la lista era larga y se necesita asesoramiento. 
El compañero eligió un Hortelano por aquello de comer algo de verdura en semejante mastodonte, seguramente con la intención de hacer pasar el bocata como ensalada en su consciencia. No creo que le sirviera. El medio kilo de culpabilidad ahí está.
Ya puede llevar pimientos, alcahofas o berenjenas, que de pastrami hay en cantidades ingentes como pueden comprobar. Maravilloso, tremendo, apocalíptico.
Como es de suponer yo no iba a hacer prisioneros. A por todas, a por lo más espectacular, a por lo más grande, a por el summum de summum, a por el bocata entre bocatas. El clásico bocadillo que chorrea, que te mancha, que te regalima (guiño) por las manos, los brazos y el alma. Se convierte en la ancestral lucha entre el hombre y el bocata que se desmonta. Pero ganas porque sabes de qué va esto y no vas a permitir, jamás, acabar de comerte un bocadillo con cubiertos. Antes la muerte. 
El American sensation es muy bestia. Mostaza, queso, cebolla, patatas fritas dentro del bocadillo y toneladas de pastrami. Incluso un intruso verde al que poder obviar. Pero la corona, el huevo frito con su yema líquida que reta tu dignidad. Vaciar por los lados y acometer el centro. Estrategias inspiradas en las falanges macedonias de Alejandro. A por todas, que en este caso es mucho, muchísimo.
Todo al precio de una buena hamburguesa. Morir era esto.

Cal Marius se traslada estos días por culpa de propietarios sin escrúpulos. Ya les he puesto su nueva dirección en el 449 para que no se confundan de esquina con el actual emplazamiento.
Son gente humilde y es un local humilde pero ellos trabajan con pasión, de forma incansable. Lejos de moderneces impostadas y fachada pretenciosa. No es el local donde te cobran 11€ por dos rodajas de pastrami. No, aquí pagas lo que comes y no lo que se supone. Y cómo se come amigos. Variedad para encontrar su bagel tienen. No fallen. 10€ por persona y no hace falta que cenen prácticamente.


Por la familia Marius y los proyectos honestos.




PS: Preferiría poder escoger la variedad de bagel que me voy a tomar y si hubiese cervezas artesanas ya sería el acabose.


15.2.15

PULLED PORK. Hype y realidad. Una aproximación.

 Vigilen con el pulled pork. Si no saben de qué les hablo es porque no han leído este blog últimamente ya que en la entrada de Chivuo's les hablaba de ello someramente. El pulled pork es el descubrimiento de estos meses. Ni butifarras ni salchichas ni ceviches en bocadillo. Apareció de la nada y sin avisar como debe ser en estos casos, para impactar en nuestros humildes paladares deseosos de carnaza (en todos los sentidos). El producto se está empezando a dejar ver por ahí y se percibe una cierta y muy humilde fiebre cerdícola en los locales bocateros de la ciudad. Pero irá a más, seguro, porque cuando se hace bien (y cuesta hacerlo) es una maravilla. El sueño más deseado de cualquiera zampabollos que se precie: comer mucho pan con carne a toneladas, alejándonos de los manidos (y sagrados al mismo tiempo) lomos con queso. Siempre digo que todo es bocadilleable y el sandwich de pulled pork es la muestra de ello; espero ver pronto la ternera del cocido entre el pan o en su defecto un rabo de toro deshuesado entre lonchas de pan rústico.

Estas últimas semanas nos hemos puesto hasta arriba de pulled pork. Y cuando digo nos quiero decir yo. Se han encadenado diversas visitas y ágapes a mecas del susodicho producto y por esto hoy les hablo de él; se lo van a encontrar por ahí y tienen que saber a qué se enfrentan.

La primera parada la hacemos en la Hacienda de Lovefood que tuvo a bien invitarnos a probar su versión del ya legendario pulled pork. Ya saben, el clásico "el mío es mejor", "a que no te atreves a invitarnos a probarlo (psicología inversa, sí), etc. Y ahí caímos.
Tuve el placer además de poderlo desmigar, deshilachar o como quiera que sea el verbo correcto con mis manos con lo que me unió al cerdo una conexión especial que indudablemente marcó mi relación con él. En otras palabras, es el mejor pulled pork de la historia de los pulled pork que yo haya comido jamás (repitan muchas veces pulled pork sin parecer tontainas, va, venga).

 No les puedo contar la receta porque es secreta y debería huir a algún bosque de Canadá a ocultarme si se la explicara, pero sólo revelaré que uno de los ingredientes del macerado del cerdo en el horno es cerveza negra (o en su defecto una Darro Brown Ale de Balate, por ejemplo). El toque es maravilloso, la carne estaba en su punto y el deshilachado manual impecable. El detalle del coleslaw siempre aporta esa parte de "estoy comiendo vegetal" que tanto gusta en los USA. Y que está buenísima y podría ser comida nacional en mi casa.
 Maravilloso sin paliativos. Un bocadillo estelar que lo tenía todo. Cantidad, calidad y mucho cariño puesto ahí.

¿Pero quién inició esta moda o este hype del cerdo desmigado? Pues ni idea, pero yo lo conozco y me enamoré con Chivuo's. A nivel de locales no hay quien les pueda toser en este producto (y eh, he ido a dos). Su bocadillo, muy cercano al que les comentaba anteriormente, es una pasada total. Aquí tienen la versión que sacan a pasear a eventos y mercados modernos en general y el que sirven en su pequeño y necesario local de Gràcia. Su pulled pork y su coleslaw. Todo muy canónico, académico y paradisíaco.
 Experiencias maravillosas entre pan. Muy dignas y muy gourmet, sin que vengan las estrellas a avisarnos de que los bocatas molan. Pues claro, si no lo sabíais antes es que igual sois vosotros los que no molais.

Pero claro, ¿qué pasa cuándo algo se convierte en, perdonen el insulto, "tendencia"? Pues que se tiende a copiar o tiende a inspirar ideas en los demás. Y así, el pulled pork de Chivuos (por ejemplo) es homenajeado en otros sitios pero sin la gracia ni el arte mínimos. Y te encuentras algo tal que así:
Se anuncia como pulled pork y se vende como tal, pero no lo es. Pasa demasiadas veces y es un poco un engaño (a sabiendas o por desconocimiento). No vamos a mencionar la ensalada a la Pollock o las ínclitas patatas congeladas de menú, porque en este local de Enric Granados he disfrutado grandes hamburguesas en el pasado, pero ya no. Hace meses que WOW! dejó de ser una visita guarril obligatoria y volví por el anuncio del cerdo, por curiosidad a ver qué encontraba. Y encontré una especie de kebab, digno, pero kebab en bocata.
Nada malo, sabroso, con su cheddar amarillo plasticoso de ensueño y un pan de hamburguesa clásico, pero con la puñetera rúcula que os podéis meter donde os quepa y sobretodo con un corte y un rostit que no se corresponde con lo que debería ser el pulled que se anuncia. Es otra cosa, cambia el nombre. La Pepsi no es Coca Cola ni el ceviche es bacallà desmigat, así que aplícate el cuento. 


Además, decir pulled pork es complicado, no jodamos. Busquemos otra forma entre todos y seamos más felices y menos alienados culturamente.
Aplaudimos el pulled pork y lo amamos pero queremos que se hagan cosas con sentido. La realidad es que se está trabajando muy bien por ahí y hay que valorarlo, pero no caigamos en la trampa del hype sin sentido. Don't believe the hype decían los clásicos. Hagan caso y busquen realidades.

1.2.15

NAKASHITA. Japonés post revolución Meiji en el Born.

NAKASHITA, Rec Comtal 15, Born/Arc de Triomf, Barcelonagoya.

No es usual encontrar por aquí muchas entradas de restaurantes japoneses y es raro porque la verdad es que es una cocina que me apasiona como pocas, pero al no trabajar demasiado el tema del bocata igual no es éste su sitio idóneo. El temaki nos serviría, pero no es lo mismo y todos ustedes lo saben.
Así que visitar restaurantes japoneses se convierte en toda una aventura tipo Deckard persiguiendo replicantes y uno no sabe bien cómo comportarse cuando tiene palillos delante y no tienes que comer con las manos. Pero son aventuras agradables, qué carajo.

De este modo me dispuse a probar el menú de uno de esos restaurantes japoneses bastante in en la city aunque no con cierto reparo. El hecho de estar puerta con puerta con uno de esos locales decepción del año pasado por el #falsobagelgate me ponía un poco tenso, tengo que confesarlo. Locales modernos y ciertas expectativas acaban por producir grandes fracasos y mucho dolor. Sobre todo en la cartera. Pero avanzo, no fue el caso, al menos en su totalidad.

En Nakashita ofrecen dos variantes para su menú de mediodía; un entrante y un plato más bebida y postre por 15€ o lo mismo pero con dos platos por 20€. No es un menú barato si pretendes no salir con hambre. Un plato, para mi, es como insultarme a la cara, así que tuve que optar por el doble o nada. Entrante, dos platos, cerveza japonesa (flójer) y postre. 20€ y buena comida, pero algo caro como debe ser por estos lares ya que no hay que perder jamás la mística del moderneo.

Empezamos el ágape con una sopa, que no les voy a poner porque la foto aporta una poca leche. En su lugar, la ollita de Le Creuset que es muy mona y de calité, porque pesa un montón.

Como cortesía con el menú, Edamame, en este caso a la plancha. Curioso porque normalmente las sirven al vapor y aquí puedo asegurar que fueron mucho mejores que la media que he podido testear por la ciudad. Toque picante además, muy recomendable.
El primer plato, Yakimeshi muy recomendable. Arroz frito muy sabroso, al punto de cocción para que no sea empalagoso ni quede demasiado suelto al estar duro. Para mi gusto, el mejor momento del menú. Una ración que parece menos de lo que realmente es y acaba dejando satisfecho, aunque si hubiese sido plato único podríamos discutirlo.
El segundo plato, o segunda opción en caso de plato único, uramakis de salmón. Cantidad apreciable y tamaño de la pieza del anaranjado y lleno de mercurio pescado más que aceptable. Reitero que como plato único yo me quedaría con hambre, pero es que yo como por dos por lo menos.
De postre, una tarta de coco que no fotografié al haberle metido cuchara antes de caer en el hecho y que la verdad era más una mousse que una tarta en sí. Correcta sin más y para cumplir esa función obligatoria pero no escrita de meterse algo dulce tras el ágape.


En definitiva, un menú correcto que lo sería mucho más si el precio fuese algo más bajo, pero ya se sabe que los restaurantes japoneses no suelen ser baratos al trabajar materias primas de calidad (o se supone). En este caso tampoco es que hubiese huevas de salmón o pez globo, pero ya me entienden. 20€ no es para menú diario. Por cantidad tras dos platos, el entrante y el edamame no se puede decir que sea un timo precisamente, pero tampoco estamos como para ir pagando estos precios de diario.
Sobre la carta, pues igual hay que volver y valorar realmente qué son capaces de ofrecer cuando no se les limita por menú encorsetado. Trato amable, local sobrio y posibilidad de barra con vista a los sushimen, todo en uno.

Vayan si les apetece y me cuentan.