Totoro es un monstruo simpático de los que habitan en nuestros sueños y en esos mundos paralelos que los niños crean cuando aún viven en la inopia de la inocencia absoluta.
Mi vecino Totoro, del maestro de maestros Miyazaki, es una película de animación ya clásica (1988) que nos cuenta con la sensibilidad acostumbrada por el genio, esa historia de monstruos y espíritus del bosque tan propia de la mitologia japonesa, con un toque absolutamente deudor de Lewis Carroll y su Alicia. La madriguera a modo de viaje iniciático hacia un mundo de fantasía.
El argumento trata sobre una família formada por un padre y sus dos hijas pequeñas que se mudan a una nueva casa en una zona rural. La madre, por lo que sabemos, se encuentra ingresada por algún motivo en un hospital. En esa casa y nada más llegar, las niñas encuentran que no viven solas. Algo o alguien vive allí con ellas. A partir de aquí, la curiosidad natural infantil hará que busquen hasta encontrar la explicación de quién comparte con ellas su casa. Y aquí se mezclan los sueños y la realidad, los fantasmas y lo que es real.
No es la mejor película de Miyazaki, no es Chihiro, pero como todas las demás, es muy recomendable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario