Tras este neón retro, vintage y postmoderno se encuentra uno de los locales nacidos para ser una de las sorpresas de la temporada en Barcelona. En realidad cuenta con todos los ingredientes necesarios para ello y sólo va a depender de su buen hacer y de la suerte necesaria para convertirse en una realidad. Para empezar el local es acogedor, con gran presencia de la madera como material de moda en las mesas comunitarias básicas en cualquier local modernil; buena música sonando en el ambiente y un halo de modernidad hipsteriana que se plasma en el leit motiv del local: el ramen. Que el ramen era un producto de moda hace meses lo vimos gracias a Hiro (el hype) y a Shimanto (la realidad) y aquí volvemos a encontrarnos con un público barbudo ávido de fideos y caldo de miso. Y guiris, que la zona da para ello y no todos tienen el mal gusto de irse a comer a la Rambla.
Pero seguramente el secreto de su posible éxito sea la sensación de buen trato del personal. Unos propietarios irlandeses (si quieren conocer la historia visiten el link del final del post) que acaban abriendo un local moderno de ramen en pleno gótico de Barcelona. Amabilidad, atención y algo que me pareció inaúdito: honestidad al cubo. No sé cómo explicar la sensación. Entrar, entablar conversación con el responsable y ver claramente que eran gente honesta. Tal vez incluso demasiado buena gente. No sé, una sensación extraña seguramente fruto de tratar con irlandeses y en inglés. Salí encantado y se nota.
Pero hablemos de lo que interesa. En Koku hay ramen a montones y variado. Aquí tienen la carta que irá creciendo próximamente por lo que me comentaron, e incluso también en lo que a la oferta del menú se refiere. Habrá que volver algún día. Y es que hace un par de semanas que están abiertos y todo está en rodaje y por acabar de pulir. Como ejemplo, el día de autos estaban instalando el TPV para poder cobrar con tarjetas de crédito. Aún así, percibí que al menos 3 de las mesas presentes en el local eran de clientes de la zona, asiduos ya al local post nasciturus. Buena señal.
En Koku todo es artesano y hecho allí mismo. Pregunté por el ramen y por el postre. Y sí. Incluso tienen cerveza artesana, Espiga, pero no entra en el menú porque es demasiado buena y al parecer tienen que poner birra mediocre para que salgan los números.
Los fideos son hechos a mano y el cerdo de este espectacular ramen es marinado por ellos un montón de horas. Todo in situ, con cariño, paciencia y amor a la hipsteriana. Y les aseguro que el cerdo era maravilloso...En el bol, nori, wakame, huevo duro en su punto, cebollino y unos fideos maravillosos al dente. Firmes y contundentes, sin blandeces low cost. Se notan al primer bocado que son suyos, que no salen de una bolsa del súper chino de la calle Balmes. Sin olvidar el sabor de ese cerdo. Qué cerdo.
Al ser el plato del menú imagino que la cantidad es más justa, pero les puedo asegurar que ni de lejos se van a quedar con hambre. Salí más que satisfecho así que no se preocupen por pasar hambre, zampabollos. Bagel Seal of Approval.El ramen artesano no es barato, ya ven que sale a unos 9€, pero si se tiene que pagar calidad ya saben que el precio es relativo. Por 11'50 tienen ramen, bebida y postre. Muy buena opción.
Y para acabar, ese postre. Un Banoffee pie típico de las islas británicas que resultó un sorpresón mayúsculo. Un postre a base de dulce de leche, nata, plátano y crumble de bizcocho y frutos secos. Una maravilla y otro gran descubrimiento.
Un local de ramen llevado por irlandeses es lo que llaman cocina fusión o vanguardia o algo. Seguro que algo porque algún nombre debe tener esta experiencia.
Postre con barrio Gótico al fondo.Un local de ramen llevado por irlandeses es lo que llaman cocina fusión o vanguardia o algo. Seguro que algo porque algún nombre debe tener esta experiencia.
Un gran descubrimiento que agradecer a Roger Ortuño porque el local merece mucho la pena. Mucho. Una gente maravillosa que van a luchar por hacerse un nombre a base de ofrecer experiencias sin pretensiones y ramen de calidad. A la altura de los grandes y sin el hype ni las colas de otros locales. Por ahora, porque si todo va como se atisba que puede ir, se va a convertir en lugar de peregrinación de modernos y no tan modernos. Yo les doy dos semanas para que empiecen a tener problemas en hora punta, en cuanto se propague la voz ramenera.
Porque qué carajo, se come de puta madre y son encantadores. Y puedes practicar tu inglés.
2 comentarios:
La verdad es que el mestizaje suele ser siempre garantía de calidad y eso de Ramen&Ireland promete
Bueno, no sé si es garantía pero en este caso a mi me gustó :P Salut!
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