22.9.13

CHEN JI. Si tiene nombre chino y está en el barrio chino, pues auténtico.

CHEN JI, C/Alí Bey 65, Chinatown zona Estació del Nord, Barcelona.
El restaurante que les traigo hoy no necesita mucha presentación. Se ha convertido en un mito de esta época hipster desde que un artículo de Mikel Iturriaga "El Comidista" hace muchos meses lo colocó en el top de los chinos auténticos de la ciudad. Un restaurante de leyenda al que se han ido acercando en los últimos tiempos gentes de ámbitos tan diversos que en muchos casos no creerías que han comido en el mismo local que van a ver en un momento. El Chen Ji, que tiene un nombre diferente en chino por lo de las grafías y alfabetos varios (un saludo a mi exalumna Qian Qian a la que todos llamamos Chen Chen) con lo que puede llevar a error al incaut@ que no se fije en el detalle. Vaya, que igual pasan por la puerta y no se dan cuenta que es lo que están buscando.
Una puerta de lo más vulgar por otra parte, que se combina con un interior no tan kitsch de lo que suelen ser los chinos de plástico que nos inundan pero que no esconden un dudoso gusto por la decoración. Como ejemplo, esta foto:
Sí, el detalle kleenex como servilletero es EPIC TOTAL y no hay nada más que decir. Pero es que el Chen Ji es un restaurante chino de verdad, empezando por el nombre. No se llama Chino Feliz, Gran Muralla o Gato Gordo Dorado. No, tiene un nombre que ya te complica antes de empezar. Sus camareros hablan un castellano (porque catalán ya casi que lo descarto) más que limitado por no decir que entienden lo justo y son expertos en el arte del lenguaje de signos. Es un trozo de taberna de callejón de Shangai bien cerquita de Arc de Triomf. Bullicioso por no decir ruidoso, con mesas que se rozan, con gente que va y viene sin parar, con camareros que no se equivocan para lo que podrían hacerlo y no paran de trabajar ni un momento, con técnicas de recogida de mesas como el "barreño mágico", o con gente que maneja bandejas de metal del tipo Alcatraz con su rancho respectivo.

Es, sin duda, una experiencia total. Abstenerse los que gustan solamente de ambientes Tragaluz. Es la guerra total y se come por cuatro euros, casi literalmente.

Llegué finalmente el día de autos sin haber preparado la visita. Me equivoqué de dirección y mientras me dirigía al local a pie pude buscar algo de información de urgencia en internet. Me topé con mi amiga CurryCurry y su precisa crónica, pero con los calores y las prisas no me fijé bien en las fotos y...La lié.

La lié porque no me fijé bien en las cantidades, y en el Chen Ji puedes comer perfectamente con un plato, y por 5€. Ella había compartido y yo iba solo. Y pedí demasiado y me lo tuve que llevar a casa (en unas glamurosas bolsitas). Para cenar ese mismo día y para comer el siguiente. Sí amigos, cantidades ingentes. Vayamos a ello.

De primero escogí unos Xiao Long Bao y al verlos ya supe que me había equivocado. Una ración, 2'80€. Más baratos que comprarlos en el súper chino (cómo se hará...). Pero es que venían 9, sí, 9 panes rellenos de carne. Todos para mi solito. Y me eché a temblar ante lo que faltada por llegar. Un plato para compartir y hartarse, lo que sería un pan chino de aquellos blancos y de tacto suave relleno de carne. Para explotar.
Tras el entrante de la muerte y los sudores, llegó mi plato principal. Fideos a la plancha con marisco. Pues nada, al menos 400 gramos así a ojo. Pueden ver el volumen aquí debajo. Algo más blandos de lo que me gusta la pasta, pero con mucho calamar, alguna gamba e incluso trocitos de los entrañables palitos de cangrejo. Teletransportado a la niñez vallesana y a uno de los lujos orientales de la época. Un platazo más que recomendable, con mucha verdura salteada (col china a tutiplén) y que costaba 5€. Sirve como plato único.
De postre, sí, aún quedaba el postre (...) elegí al igual que Arantxa las bolas de arroz rebozadas con sésamo. No sé si los Roca ya han copiado esto, pero fue una agradable sorpresa. Una textura, para entendernos, de mochi rebozado con sésamo crujiente por fuera que me gustó mucho. Un tacto especial. Al igual que las bolas del inicio, me dejé casi todas y me las llevé para comer al día siguiente.
Resumiendo, un chino sin florituras, sin estrellas, sin técnicas vanguardistas y sobre todo, sin el kitsch del chino patrio, sin gatos ni dragones en la pared. Comida china, ambiente de locura pekinesa y comer por 5-6€ persona. Barato pero con platos de verdad, lejos del chino de barrio tres delicias. Compartan y disfruten.

15.9.13

SANTA BURG. De burgers canonizables.

SANTA BURG, C/Vallespir 51, barrio de Sants, a tiro de piedra de la Estación de mismo nombre.
Era una deuda imperdonable con el Dios de las Hamburguesas. Era un borrón en el expediente hamburguesil de los Bagel (y aún hay otros). Era un pecado mortal que necesitaba de una bula papal para ser redimido. Pedimos audiencia al Señor de Santa Burg y nos acercamos un día que teníamos una hora para comer. Y nos sobró tiempo. Ya conocen aquella milonga del fast food que es trash food. El fast food no existe. Sólo existe la buena y la mala comida. Y no sólo en locales plasticosos con comida a base de polímeros te sirven rápido.
Santa Burg es el local hamburguesero fetiche del amigo Víctor, de ese blog necesario que es Gastrofilia y del que he "robado" una foto que hay por aquí abajo, con lo que ya sabía que nos iba a gustar porque tiene un buen gusto más que demostrado. Tienen aquí su post correspondiente

Santa Burg es un local que al principio nos tiraba un poco para atrás debido al asesoramiento estrellado que recibía, pero ya digo que creí que valía la pena al leer a gente que no se deja engañar fácilmente. Para ser claros, que Santa Burg no es La Royale, aquel engañabobos del Upper Up Diagonal, ideal para snobs cuquiburgers que quieren pagar 20€ por una hamburguesa de no se sabe bien qué.
 Se dice que Santa Burg puede llegar a ser algo más caro que otros locales del ramo. La explicación podría ser que utilizan un tipo de carne de buey Dry Aged, diferente a lo que que sería lo usual, y de una supuesta calidad superior, aunque siempre puede ser un tema opinable. Pero no me voy a meter en eso porque no tengo la más mínima idea. Yo les presento lo que hay y ustedes deciden. De todas formas, el precio no es caro, no lo entiendan mal. Al tener tanta variedad de complementos en la carta y de variedad de bebidas, igual sube algo más la cuenta, pero nada fuera de rango.
Además de esa carne de gama superior, otra cosa nos llamó la atención de forma muy positiva, su apuesta por las cervezas artesanas. Somos muy, muy de cervezas artesanas y ver como cada vez más locales apuestan por marcas que nos encantan, como Fort o Agullons, es motivo de gran satisfacción. Queremos carta de cervezas en más locales, YA. Como las de vino.
 Pero nos ocupa principalmente el buen comer y allá vamos. Pedimos, como no podía ser de otra forma, unas patatas fritas para empezar. Como no podía ser tampoco de otra manera, son patatas de las buenas, de las de verdad, de las que se cortan a mano y se fríen como toca. No comprendo cómo pudimos ser tan imbéciles durante tantos años, comiendo plástico y cosas congeladas de dudoso origen. De verdad, hacer las cosas de forma normal, como me decía alguien del mundillo el otro día, es revolucionario. Son unas puñeteras patatas, ¿por qué no hacerlas como siempre? Pues las de Santa Burg son muy buenas. De ración generosa, y algo más cara que en otros locales, pero de las que te hacen reconciliarte con el mundo patatero. Servidas en cuenco de madera.
Yo elegí una Santa Burg, como iniciación adecuado en la religión santaburgera. Iré probando en sucesivas visitas otras opciones, pero esta me gustó mucho como ya les avancé antes. Ésta es la foto "robada" de Gastrofilia. Mi ímpetu carnívoro de fama mundial me llevó a echarme la hamburguesa en la boca justo en el momento en el que el amable camarero la dejó en la mesa. Y no hice la foto que tenía pensada. A destacar en las hamburguesas eso que es tan importante para que salgan bien: el pan. En este caso, pan consistente y hamburguesa de 150gr que no se cae, no se rompe, no se desmenuza. Resiste.
La acompañante habitual eligió una Santa Chilli, muy sabrosa y gustosa, con ese toque del chilli tan, tan...achilipú? Bueno, ya saben, picante sin ser excesivo y unos bocados celestiales en tan incomparable marco. Carne, chilli y cheddar. Combinación ganadora en el 98% de los casos, como en éste.

Santa Burg es un local no muy grande y que apuesto se llena fácilmente. Tiene televisión y me consta que se puede ir a disfrutar (o a veces no tanto) de los partidos del Barça. A tener en cuenta si buscan una de esas sesiones guarrifestivas de vez en cuando.
Nosotros volveremos a por más, lo tenemos clarísimo. Aunque una virgen presida la sala bajo la televisión.



6.9.13

MASSIMO. No es Décimo Meridio pero está en la Via Augusta.*

MASSIMO, en Via Augusta esquina Modolell, Bcn, situado en barrio Augusto y territorio de gente que podría pasarse por el anterior restaurante comentado aquí debajo.

A Massimo le tenía bastantes ganas. Bueno, no sé quién es ni lo conozco, pero desde su apertura hace ya un tiempo en esta nueva localización (antes estaba en Muntaner) había leído cosas positivas sobre su cocina. Y sobre el emplazamiento, porque no podemos negar que es un local decorado con muy buen gusto, amplio y con dos terrazas más que interesantes, sobre todo la trasera, claro, que no da a Via Augusta y sus infinitos coches. Aspecto rustiquete prefabricado que siempre queda bien.

Más de una vez había intentado pasarme a comprobar el nivel del local (como si yo le fuese a poner nota...) pero no había surgido la opción, hasta el otro día. Y probamos su menú mediodía all included al estilo pulsera cancunera. Son 19'90 pero con dos platos, postre, café y servicio de pan (y aceite a disponer). No es barato. No es caro porque en muchos sitios te dan a elegir entre algunos de los ítems. Y no nos pareció caro porque comimos muy bien, la verdad. Aquí tienen el manú al completo.

 De lo que podríamos hablar es de si un restaurante italiano ha de ofrecer en su menú platos italianos o no necesariamente. O si estos platos son todos típicos de Italia o no, cosa que desconozco al 100% aunque si me dicen que la crema de calabacín lo es, pues pido el comodín de la llamada. En todo caso me parece que el secreto ibérico no tiene mucho de plato típico italiano, pero da igual porque estaba rebueno.

Detalle de rusticidad provocada por el paso de algún mañoso artesano. Queda bonito y a mi me gusta. Aunque no me sean barrocos y fans del horror vacui.
 Vayamos a lo que les trae por aquí, que no es la moda y la tendencia en decoración de interiores. Platos de comida y de la buena.
Yo opté por un primero equilibrado para no abusar de lo carnívoro y colesteroso que siempre acabo pidiendo. Un carpaccio de salmón, típico lo del carpaccio y seguramente menos lo del salmón escocés (por decir algo) y que como suele pasar en estos casos carpaccieros acaba siendo alimento para gorriones, pero también va bien algunas veces. Toques de cebolla tierna y listos. Sabroso y poco más.
 Miss Bagel optó por el revuelto de setas, con decoración sobrante de vinagre modenero. Muy jugosas, tiernas y más que correctas. Eran setas y estaban revueltas. Muy bien, no engañan. Ración tipo Amancio Ortega. (a mejorar la generosidad)
 Y aquí los platos estrella que fueron los segundos, sin ninguna duda. Acabé comiendo el mío y la mitad de la señora porque no podía acabar el suyo de la cantidad que le habían endosado.
El Linguine di frutti di mare estaba espectacular. Era un revuelto de marisco con una pasta al dente maravillosa. Me encantó. Sabor a mar, generoso en almejas, pulpitos y gambas y al que sólo le faltaban cuatro linguine más para ser un plato de 10. No es que fuese poca cosa, pero es que había tanto complemento marino que no le hubiese sobrado algo más de pasta. Bueno, también es que me gusta comer mucho, no nos vamos a engañar a estas alturas de blog. Me encantó y se nota.
 La señora con su secreto ibérico, maravilloso. Tierno como pueden ver, acompañado por unas patatas confitadas al horno (diría) que eran otra maravilla. Un plato también contundente y al que tuve que meter mano y tenedor. Una gran elección. No sé si típica de la Lombardía ibérica o de la herencia española en Nápoles o las Dos Sicilias, pero en todo caso muy bien en Massimo.
 De postre, Gelato al café para la señora,
 y Semifreddo para mi. Creo que el chocolate debiera haber estado algo más caliente al llegar a la mesa, pero bueno, igual hubo un minuto de espera en cocina para salir y quedó algo demasiado a la temperatura fria del helado. En todo caso, quedó Fredo como el Corleone. (broma, risas cinéfilas aquí). 
No sé cómo acaban las crónicas los profesionales del NYT, pero aquí van los Closing comments:
el menú de Massimo vale la pena. El servicio es muy correcto y para nada del tipo empalagoso, se come muy bien e imagino que la carta tiene que ser aún mejor, el sitio es bonito y no hay excesivo ruido al ser amplio. Son 19'90€ pero no me pareció caro (un día voy al Gresca donde es algo más caro y comparo el rango).
No somos de gastarnos más de 13-14 en menús de mediodía, pero un día es un día, ragazzi!!
Massimo parece ser garantía. Y lo celebramos. Y entré en camiseta.


*PS: el título que estaban esperando era Massimo, no es un menú de mínimos. No lo nieguen.

1.9.13

LA CAMARGA. En la ruta de la Barcelona negra y criminal.

LA CAMARGA, C/Aribau entre Provença y Rosselló, Berlín Este durante la Guerra Fría. O Barcelona.

Este es un post con síndrome postvacacional. Es un post que no estaba destinado a ser post y por lo mismo lo vamos a tratar con la indulgencia que se trata a los productos veraniegos (aunque no acabo de entender el porqué el hecho de ser verano tiene que hacer que los productos culturales que consumimos deban ser de menor calidad al estilo "película típica de verano", "programa de TV veraniego"). Vaya, que aunque no entienda el proceso lo voy a aprovechar para un post de circunstancias al no tener nada más en la recámara y pararme la gente en la calle pidiendo algo nuevo.

Toc, toc, probando, probando.

La Camarga es un restaurante antaño conocido por ser el típico restaurante de gente bien o muy bien del Eixample y alrededores. De esos donde te encuentras reuniones de políticos, de negocios, de familias tipo Opus que juntan 7 generaciones para comer un domingo al mediodía. Ya saben de qué les hablo. Pero ya saben, perfectamente, que en los últimos meses se ha hecho ultrafamoso en Catalunya por un tema de espías y micrófonos ocultos en un centro de mesa. 
Una conversación con la boca llena entre una fina, elegante e inteligente dirigente del PP catalán y la exnovia de cierto hijo de cierta familia Corleone à la catalana fue el punto de partida de una trama que se fue destapando y que involucraba a partidos políticos mafiosos y personas del mismo rango. Bueno, que no sabemos ni nos importa aquí para qué se grabó la conversación ni quién la grabó, pero si la escuchan pensarán en no querer ir a comer a un local donde come semejante fauna. 
A no ser que vayamos de cachondeo. Como fue la ocasión, claro.

Haciendo tándem con el gran artífice del #paellahunters, el gran En Ocasiones Veo Bares y otros finos estilistas tuiteros que son de la broma, nos acercamos a hacer el fin de curso paellero como demandaba la ocasión. Han sido varias salidas como acompañante este año, y espero sigan el que viene, pero reservaron para el final el de la máxima coña marinera. 
Un menú más caro de lo normal, 25€, y en el que se incluía arroz a elegir (excepto bogavante). Salía de presupuesto pero la ocasión era digna de ello. Y por el #paellahunters matamos. One day is one day.

La cosa empezó con un "obsequio" (bueno, lo cobran en el precio) a base de unos calamarcitos a la andaluza que realmente estaban muy buenos, crujientes y en su punto. Trabajan bien el género.
 Luego, como primero elegí de forma excepcional un gazpacho. No soy muy fan del plato y soy más de salmorejo (siempre contundente) pero he de decir que fue una sopa de muy agradable comer. Se podían elegir los añadidos, o toppings para quedar más cool, entre diversas opciones. Aquí elegí tomate, para hacer aquello de las dos texturas, pepino y algo que no consigo recordar. Pediré la cinta a Método 3 a ver si lo identifico.
 Y el arroz. Creímos haber pedido arroz parellada, pero se conoce que o no se enteraron (probando, probando) o decidieron agasajarnos a modo de caridad con algo mejor a base de algo de marisco. Debió ser la buena obra del día, dar a los parias cosas buenas. *
El arroz nos sorprendió por dos motivos. El primero es que era un plato escaso. Mínimo. El segundo, que estaba en su punto y nos pareció realmente muy bueno. Duro en un inicio, acabó pareciendo lo que era realmente, un arroz al dente y sabroso, con fuerza y con una base que se notaba de calidad. La gente que va a La Camarga no va a comer mal, se lo aseguramos. Buen fumet se había hecho servir.
 De postre, unas frutas y helado como digestivo. Hubiese agradecido un cronut o similar para llenar algo más, pero la gente con clase no va a los restaurantes a llenar el estómago, ya deberían saberlo...
En todo caso un menú para días de fiesta y ocasiones especiales, como ésta. Un placer la compañía y el arroz, aunque un poquito más no hubiese hecho daño. Un saludo a la Stasi.



*Todo bajo licencia humorística. En el restaurante nos trataron muy bien, el servicio muy, muy correcto aunque nadie hablaba catalán, cosa que también nos llamó la atención. Se percibe el rancio abolengo al estilo Unió Democràtica, pero de vez en cuando no hace daño y menos si vas con la compañía que toca. A reírse de to Cristo.