No se puede vivir en esta ciudad sin haber sucumbido por la gracia de Dios a la recuperación innegociable de la comida casera. Tras años de sucumbir a la moda de técnicas avanzadas que hacían enrojecer a la NASA y de nombres de platos hipercomplicados que hacían necesarios varios cursos de metafísica metalingüista dirigidos por el mismo Chomsky, lo tradicional ha vuelto. Aunque en realidad nunca se fue pero le habíamos dado esquinazo. No existe la modernidad innovadora sin la tradición. Estoy convencido de ello como los grandes gurús de esto, pero ni viene al caso el debate ni importa mucho la opinión de un neófito como quien les escribe. Para eso está comedordepatatas.blogspot.com.es que es donde escribo mis pajas mentales irreflexivas.
En todo caso nos encantan los sitios de tota la vida y nos encantan que sigan como tota la vida. Alejados de modas, chorradas estéticas y tendencias maléficas que arruinan el tejido social y nos convierten en hijos de lo inmediato que olvidan el pasado. Por eso nos gustan los sitios que son patrimonio y que no ceden. Y que resisten. Y que dan la cara. Y que ofrecen cosas interesantes, evidentemente. La tradición en sí misma no es ni un valor ni una garantía. Ahí tienen la corrupción y los toros, por ejemplo.
He aquí lo que se ofrece en uno de los locales fetiche del (casi) siempre grande Quim Monzó.
Platos de siempre, catalanes com ha de ser y a precios más que ajustados. Hubiese pedido prácticamente uno de cada, excepto el higado y los sesos tal vez...Uno ha comido mucho tiempo en McDonald's pero no está preparado para todo...Pero como no podía ser menos, la casquería tuvo su protagonismo fetichista en la comida. Como casi siempre.
Tenía claro al llegar al abarrotado local que iba a comer algo muy típico. Algo que dificilmente te encuentras en esos restaurantes michelineros a los que suelo ir cada día. Por eso me decanté por unos fideus a la cassola, por el antojo de algo que hacía un lustro que no comía y porque qué carajo, es un plato hipermegacuquilesstradicional. La lástima es que estaban tal vez algo pasados de cocción, para mi gusto, aunque igual la hora tuvo algo que ver al ser últimísima hora del mediodía, cerca de las 3:30pm. Imagino que se cocinan varias tandas y luego ya no más, con lo que si esta cazuela llevaba mucho rato cocinada los fideos siguieron su cocción hasta un punto más allá de lo recomendable. Aunque yo soy muy de pasta estilo napolitana que casi cruje e igual el problema soy yo. Sus costillitas, su buen caldo, sabroso e ideal para mojar hasta secar el plato. No un plato excesivamente grande, pero, ¿han visto el precio?
De segundo, el plato que tenía marcado con una X del tamaño del ego de algún cocinero francés estrellado: la tripa i cap i pota de la que siempre habla Quim Monzó en sus desayunos. Estaba claro y ahí fui. Gloriosos. Sin más. Ración menor tal vez que en otros bares fetiche de este blog pero de resultado mejorado. Grandísimo sabor a la altura de las piezas ofrecidas. Pocas pero XL. Los callos son un plato sí o no para mucha gente. Para mi siempre son sí y en el caso de estos en particular son muy sí. Amor a primera vista y dignos de vueltas infinitas a Sant Antoni.
Vista cenital del plato para observar la variedad del mismo y las piezas maravillosas que merecen una standing ovation sin discusión. Larga vida a la casquería.
De postre como colofón tradicional catalán como debe ser, un mel i mató que no se lo saltaba un burro catalán. Maravilloso en textura y generoso en mieles, del triunfo, para ser más exactos. Otro de esos platos innegociables cuando te lo encuentras cara a cara.Una visita muy positiva a todos los niveles a Can Vilaró. Con el único pero matizable a los fideos, los callos fueron de altísimo nivel y el postre no desentonó en absoluto. Hay que volver a este local porque la familia se lo trabaja. No sé si toda la gente que atendía era familia pero al menos lo parecía. Los amigos inspiradores de este post que son la gente de Sant Antoni (i part de l'estranger) tienen más info y conocen mejor a Sisco y a Dolors. Años de buen hacer, por eso siguen dando guerra y ofreciendo comidas de alto nivel. Los clásicos nunca mueren. Que mueran otros primero.
1 comentario:
Hace nada leí otra opinión sobre este sitio, que coincide bastante con la tuya. Como dices, quizá cansados de tanta sofisticación, de ingredientes rebuscados o de presentaciones que parecen acuarelas abstractas, el cuerpo nos pide comida "normal", de toda la vida. De esa que mires el plato y a la primera, aciertas lo que es!. Anotamos!
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