Jamás he estado en Mexico y jamás he dominado su gastronomía. No porque no me guste, al contrario, pero es un tipo de restaurante con el que no crecí y que siempre me dio una cierta pereza al encontrar demasiados nombres de difícil pronunciación y explicaciones demasiado largas. Un cosmopolita de Terrassa que conocía los frijoles por las canciones de Molotov.
Pero conozco las tortillas y conozco el tequila. Algunos restaurantes mexicanos en Barcelona no conocen mucho más e incluso dudo que sepan diferenciar entre una tortilla y un papadum, pero en otros puedes aprender fácilmente y conocer delicias de verdad. Lo que se suele llamar visitar un restaurante tan auténtico como Quetzalcoatl. Una muestra acerca de la pedagogía para lerdos comedores de tacos:
Como no somos muy originales la opción Tlaxcal surgió de haber visto por ahí un par de buenas reseñas de gente de la que nos fiamos, así que sabíamos que muy mal tenía que darse la noche como para no salir contentos. Y no fue el caso. Nos gustó, nos quedamos con ganas de más y volveremos antes de que los putos gringos acaben la puñetera valla en la frontera. Sin duda. (No olvidamos que os quedásteis la mitad de México en la Guerra de 1846)
Tlaxcal es un pequeño negocio que se va haciendo grande. Con buen hacer, con esfuerzo y sobre todo con éxitos. Podrás salir más contento o menos con la comida, pero la experiencia es grata y no especialmente cara. Por unos 20€ puedes comer bien o muy bien dependiendo de lo acertado de las elecciones. En nuestro caso dos aciertos totales y dos mejorables. Vayamos a ello cabrones.
Al sentarnos en una cómoda silla alta (se agradece la combinación), nos traen el surtido de salsas y complementos. Tres salsas a la manera de semáforo donde el rojo marca el "te hemos avisado, no te quejes que pica gilipollas", y unas cebollas dulces junto a un poco de lima para adobar lo que gusten. Bonito. Pero no hemos venido a comentar estilismos. Sigamos.
Empezamos muy bien con unos Chilaquiles verdes. La versión auténtica de ese Tex Mex divino que son los nachos. En este caso con Totopos (el original), mucho cilantro y crema agria. Espectacularmente sucios y adecuados para comer con los dedos. Ni finger ni gilipolleces, con los dedos a enguarrarse y remojar salsa y queso. Inicio a la Moctezuma.
Junto a los chilaquiles llegó el Tamal de queso. Aquí pinchamos un poco. Es un producto curioso. Presentado en hoja de plátano (diría) que no se come (sí, parece que más de uno le ha hincado el diente) es una especie de pastelito (?) de masa de maíz relleno de queso. Algo insípido y de textura extraña no me convenció. No sé si por el concepto tamal o porque ellos no lo hacen bien, la verdad. Ya digo que no soy experto y jamás probé un tamal anteriormente, con lo que no puedo decantarme del todo por la solución. Pero me temo que es el concepto, como pasará con el último plato
Tras una de cal (para la tortilla) y otra de arena, llegó el plato que siempre se debe pedir en cualquier mexicano y que creo marca si es bueno o no. La cochinita pibil. Tacos gloriosos que nos acercan al Paraíso mexica. Cerdo jugoso, cocinado durante horas en un horno enterrado (originalmente), sabroso como nada en el mundo y del que podrían salir no sólo tortillas sino unos bocatas del carajo. Me imagino un bocata de barra de cochinita pibil y muero en mí mismo conmigo. Esto se pide sí o sí. La cantidad de carne era excesiva para las pocas tortillas que sirven. Son 4 raciones pero en realidad son 5 y generosas. Chorreo de amor entre los dedos. Para acabar, el otro ni fu ni fa de la noche. Nos pasa por originales y querer probarlo todo. En este caso el Nopal, el cactus mexicano que se consume a lo loco por aquellos lares. Pero que no sabe a nada realmente (lo siento, de verdad). Recuerda al híbrido resultante de una noche de amor entre un pimiento verde y una judía del mismo color. Pero sabe a...no lo sé. Además la base de torta de maíz que está debajo es un poco a la tamal, blanda y algo insípida, con lo que no acababa de aportar el sabor necesario. Los champiñones y el queso ok. Llena y no te quedas con hambre pero no es un must. Cochinita gana siempre.
Una visita que leyendo el post parece peor de lo que fue y nada más lejos de la realidad. Es cierto que hubo dos platos mejorables en la elección pero lo cierto es que disfrutamos mucho y ya he dicho que volveríamos sin duda. Por los chilaquiles, por la cochinita y por seguir probando tacos y el Aguachiles.
Euros bien invertidos en restaurantes mexicanos que huyen del folclore y el mariachismo. Menos es más.
Viva Zapata!!!
6 comentarios:
Justo esta semana fui a un mejicano y me quedó, creo que, la misma sensación que a ti en este restaurante del que hablas. Un sabor agridulce porque platos como los tamales me gustaron mucho (una pasta con carne y queso muy sabrosa) pero también hubieron cosas que ni distinguía sabores..
en fin, ya lo publicaré, es el Cantina Machito.
(Joder que mal escribo cuando lo hago rápido)
¡Qué buena pinta! Pues habrá que probarlo
el naxos tenen molt bona pinta, però a mi el cilantro como que no me va.
Arantxa, tamales no es bien.. :P Espero tu crónica porque Machito es objeto de deseo desde hace tiempo!!
Inés, sí!! ;)
Cristina, tenen versió vermella, en la que suposo no hi ha coriandre!! :)
Amb la teva ja són tres les entrades d'aquest restaurant en poc temps, i m'han vingut ganes de tastar la que sembla autèntica cuina mexicana.
Pinta força bé tot. Salutacions.
Hola Jordi, és un lloc que està prou bé i que si selecciones correctament ho pots passar de fàbula.
Publicar un comentario