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22.6.15

IKIBANA BORN. Menos samba, menos trabajar y a comer bien.

IKIBANA BORN, Passeig Picasso 32, frente puerta lateral de Parc de la Ciutadella, Borncelona.

Típico restaurante pendiente desde los albores de la humanidad y el blog al que por fin hace unas semanas pude ponerle cara. Vaya por delante que cuando hablamos de fusiones siempre me viene a la cabeza Bola de Drac y soy bastante reticente (a los fallos en los intentos entre Trunks y Gotan me remito) y cuando algo se anuncia como fusión brasileño-japonesa un escalofrío recorre mi estómago. Si además el restaurante tiene pinta de local de copas con neones lilas y se llama "Lounge", saltan las alarmas... No es que tenga una posición contraria por defecto, es que los defectos muchas veces te hacen estar en contra. Y hay que ser prudentes. En el caso que nos ocupa diré que: a). No acabé de ver del todo la presencia brasileña en esos variados maki. b). La discoteca no lo fue tanto y aunque se agradecería bajar el volumen de la música, se nos escuchaba algo... y c). Me convenció la experiencia porque comí más que bien y a eso vamos. Además tienen una pantalla proyectada en una pared que retransmite en vivo (sí?) la acción de la cocina y es de lo más curioso.

La carta es larga como un paseo por el Amazonas y es complicado elegir entre toda la oferta. Así que fuimos a lo seguro: makis a toneladas y algún complemento que fue lo que resultó más flojo a posteriori (tempura de verduras). Ha pasado tanto tiempo que ya no recuerdo bien qué llevaban esos bocados celestiales, pero bueno, miran la foto, le echan unos 10-14€ por bandeja y deciden. Si evitan regar la cena con champagne del caro les aseguro que la cuenta no se va demasiado... Y habrán comido más que bien, pero bebido mucho peor, claro.

Aquí el festival de 5 ó 6 bandejas bien repletas. Tocamos a unas 10 piezas por cabeza que por el tamaño de las mismas fueron más que suficientes. No sobró nada, por supuesto. Ni nos quedamos cortos, que es el miedo de cualquier zampabollos profesional. Ternera Picanha, Magret de Pato y otras delicias del montón.
Plano general del festín...
Los de pato, maravillosos sin duda. Bocados con todo lo que hay que tener.
Esta bandeja era maki en tempura con atún y aunque a priori parecía iba a ser lo mejor al final quedó un poco por debajo de la expectativa por falta de potencia en el sabor.
De postre una versión tiramisusera más que aceptable e incluso buenísima. Lo de detrás era un algo con algo que no recuerdo,
En resumidas cuentas, una cena más que recomendable tras alejar los prejuicios del lounge, la gente guapa en la terraza (envidia pura) y la sala a oscuras con pinta de pub musical. Sí, lo sé, no les gusta eso. Pues pidan los makis en la terraza y aunque sean algo más feos coman y disfruten de esa picanha o ese pato... Les saldrá con moderación por 25-30€, y eso una vez al semestre se puede permitir.
O al año.

1.2.15

NAKASHITA. Japonés post revolución Meiji en el Born.

NAKASHITA, Rec Comtal 15, Born/Arc de Triomf, Barcelonagoya.

No es usual encontrar por aquí muchas entradas de restaurantes japoneses y es raro porque la verdad es que es una cocina que me apasiona como pocas, pero al no trabajar demasiado el tema del bocata igual no es éste su sitio idóneo. El temaki nos serviría, pero no es lo mismo y todos ustedes lo saben.
Así que visitar restaurantes japoneses se convierte en toda una aventura tipo Deckard persiguiendo replicantes y uno no sabe bien cómo comportarse cuando tiene palillos delante y no tienes que comer con las manos. Pero son aventuras agradables, qué carajo.

De este modo me dispuse a probar el menú de uno de esos restaurantes japoneses bastante in en la city aunque no con cierto reparo. El hecho de estar puerta con puerta con uno de esos locales decepción del año pasado por el #falsobagelgate me ponía un poco tenso, tengo que confesarlo. Locales modernos y ciertas expectativas acaban por producir grandes fracasos y mucho dolor. Sobre todo en la cartera. Pero avanzo, no fue el caso, al menos en su totalidad.

En Nakashita ofrecen dos variantes para su menú de mediodía; un entrante y un plato más bebida y postre por 15€ o lo mismo pero con dos platos por 20€. No es un menú barato si pretendes no salir con hambre. Un plato, para mi, es como insultarme a la cara, así que tuve que optar por el doble o nada. Entrante, dos platos, cerveza japonesa (flójer) y postre. 20€ y buena comida, pero algo caro como debe ser por estos lares ya que no hay que perder jamás la mística del moderneo.

Empezamos el ágape con una sopa, que no les voy a poner porque la foto aporta una poca leche. En su lugar, la ollita de Le Creuset que es muy mona y de calité, porque pesa un montón.

Como cortesía con el menú, Edamame, en este caso a la plancha. Curioso porque normalmente las sirven al vapor y aquí puedo asegurar que fueron mucho mejores que la media que he podido testear por la ciudad. Toque picante además, muy recomendable.
El primer plato, Yakimeshi muy recomendable. Arroz frito muy sabroso, al punto de cocción para que no sea empalagoso ni quede demasiado suelto al estar duro. Para mi gusto, el mejor momento del menú. Una ración que parece menos de lo que realmente es y acaba dejando satisfecho, aunque si hubiese sido plato único podríamos discutirlo.
El segundo plato, o segunda opción en caso de plato único, uramakis de salmón. Cantidad apreciable y tamaño de la pieza del anaranjado y lleno de mercurio pescado más que aceptable. Reitero que como plato único yo me quedaría con hambre, pero es que yo como por dos por lo menos.
De postre, una tarta de coco que no fotografié al haberle metido cuchara antes de caer en el hecho y que la verdad era más una mousse que una tarta en sí. Correcta sin más y para cumplir esa función obligatoria pero no escrita de meterse algo dulce tras el ágape.


En definitiva, un menú correcto que lo sería mucho más si el precio fuese algo más bajo, pero ya se sabe que los restaurantes japoneses no suelen ser baratos al trabajar materias primas de calidad (o se supone). En este caso tampoco es que hubiese huevas de salmón o pez globo, pero ya me entienden. 20€ no es para menú diario. Por cantidad tras dos platos, el entrante y el edamame no se puede decir que sea un timo precisamente, pero tampoco estamos como para ir pagando estos precios de diario.
Sobre la carta, pues igual hay que volver y valorar realmente qué son capaces de ofrecer cuando no se les limita por menú encorsetado. Trato amable, local sobrio y posibilidad de barra con vista a los sushimen, todo en uno.

Vayan si les apetece y me cuentan.

3.3.14

TLAXCAL. Órale carnal.

TLAXCAL, Comerç 27, Born cabrón, Barcelona DF.

 Jamás he estado en Mexico y jamás he dominado su gastronomía. No porque no me guste, al contrario, pero es un tipo de restaurante con el que no crecí y que siempre me dio una cierta pereza al encontrar demasiados nombres de difícil pronunciación y explicaciones demasiado largas. Un cosmopolita de Terrassa que conocía los frijoles por las canciones de Molotov.
Pero conozco las tortillas y conozco el tequila. Algunos restaurantes mexicanos en Barcelona no conocen mucho más e incluso dudo que sepan diferenciar entre una tortilla y un papadum, pero en otros puedes aprender fácilmente y conocer delicias de verdad. Lo que se suele llamar visitar un restaurante tan auténtico como Quetzalcoatl. Una muestra acerca de la pedagogía para lerdos comedores de tacos:
Como no somos muy originales la opción Tlaxcal surgió de haber visto por ahí un par de buenas reseñas de gente de la que nos fiamos, así que sabíamos que muy mal tenía que darse la noche como para no salir contentos. Y no fue el caso. Nos gustó, nos quedamos con ganas de más y volveremos antes de que los putos gringos acaben la puñetera valla en la frontera. Sin duda. (No olvidamos que os quedásteis la mitad de México en la Guerra de 1846)

Tlaxcal es un pequeño negocio que se va haciendo grande. Con buen hacer, con esfuerzo y sobre todo con éxitos. Podrás salir más contento o menos con la comida, pero la experiencia es grata y no especialmente cara. Por unos 20€ puedes comer bien o muy bien dependiendo de lo acertado de las elecciones. En nuestro caso dos aciertos totales y dos mejorables. Vayamos a ello cabrones.

Al sentarnos en una cómoda silla alta (se agradece la combinación), nos traen el surtido de salsas y complementos. Tres salsas a la manera de semáforo donde el rojo marca el "te hemos avisado, no te quejes que pica gilipollas", y unas cebollas dulces junto a un poco de lima para adobar lo que gusten. Bonito. Pero no hemos venido a comentar estilismos. Sigamos.
 Empezamos muy bien con unos Chilaquiles verdes. La versión auténtica de ese Tex Mex divino que son los nachos. En este caso con Totopos (el original), mucho cilantro y crema agria. Espectacularmente sucios y adecuados para comer con los dedos. Ni finger ni gilipolleces, con los dedos a enguarrarse y remojar salsa y queso. Inicio a la Moctezuma.
Junto a los chilaquiles llegó el Tamal de queso. Aquí pinchamos un poco. Es un producto curioso. Presentado en hoja de plátano (diría) que no se come (sí, parece que más de uno le ha hincado el diente) es una especie de pastelito (?) de masa de maíz relleno de queso. Algo insípido y de textura extraña no me convenció. No sé si por el concepto tamal o porque ellos no lo hacen bien, la verdad. Ya digo que no soy experto y jamás probé un tamal anteriormente, con lo que no puedo decantarme del todo por la solución. Pero me temo que es el concepto, como pasará con el último plato
 Tras una de cal (para la tortilla) y otra de arena, llegó el plato que siempre se debe pedir en cualquier mexicano y que creo marca si es bueno o no. La cochinita pibil. Tacos gloriosos que nos acercan al Paraíso mexica. Cerdo jugoso, cocinado durante horas en un horno enterrado (originalmente), sabroso como nada en el mundo y del que podrían salir no sólo tortillas sino unos bocatas del carajo. Me imagino un bocata de barra de cochinita pibil y muero en mí mismo conmigo. Esto se pide sí o sí. La cantidad de carne era excesiva para las pocas tortillas que sirven. Son 4 raciones pero en realidad son 5 y generosas. Chorreo de amor entre los dedos. 

 Para acabar, el otro ni fu ni fa de la noche. Nos pasa por originales y querer probarlo todo. En este caso el Nopal, el cactus mexicano que se consume a lo loco por aquellos lares. Pero que no sabe a nada realmente (lo siento, de verdad). Recuerda al híbrido resultante de una noche de amor entre un pimiento verde y una judía del mismo color. Pero sabe a...no lo sé. Además la base de torta de maíz que está debajo es un poco a la tamal, blanda y algo insípida, con lo que no acababa de aportar el sabor necesario. Los champiñones y el queso ok. Llena y no te quedas con hambre pero no es un must. Cochinita gana siempre.
 Una visita que leyendo el post parece peor de lo que fue y nada más lejos de la realidad. Es cierto que hubo dos platos mejorables en la elección pero lo cierto es que disfrutamos mucho y ya he dicho que volveríamos sin duda. Por los chilaquiles, por la cochinita y por seguir probando tacos y el Aguachiles.
Euros bien invertidos en restaurantes mexicanos que huyen del folclore y el mariachismo. Menos es más. 

Viva Zapata!!!

16.11.13

ELSA Y FRED. Ni fred ni calent.

ELSA Y FRED, C/Rec Comtal casi con Passeig Sant Joan, Born.

 Es un post algo indignado el que les voy a escribir. Raso, corto, claro y contundente. 
Miren, lo que pasó el otro día en este bonito local (eso no se puede negar, la decoración es un valor del mismo) fue esa gota que de vez en cuando colma el vaso y mi paciencia. No es que el local no valga la pena per se, porque seguro que en una determinada oferta puede ser realmente interesante, y la gente que lo llenaba podría ser un indicador de lo mismo. Seguro que si hubiese pedido el pastrami hubiese salido más contento, pero eso no pasó. Por deformación bloguera me encontré con un bagel y claro, nobleza obliga. Y lo fastidiamos. O lo fastidiaron. Con un detalle, perqueño pero importante.

Antes de ir al mismo, otro comentario. Está muy bien que se ofrezcan croquetas y siempre las pido cuando me las encuentro. O casi siempre, pero empiezo a estar un poco harto también de que siempre sean croquetas de ceps la alternativa a las de carne. Pongamos fin a la plaga cepera que no pepera. Bueno, a las dos. No es que no estuviesen bien, pero es que al final me van a saber todas a plástico gasolinero como la trufa barata.
Pero el desastre, o como mínimo el fail del día, fue el Bagel con salmón. A ver, esto no es un bagel. Parece un bagel, tiene pinta de bagel, lleva salmón como un bagel, pero esto no es un bagel. Para comprobar que no es un bagel, atentos al trozo de corteza que se ha caído en la parte derecha. Ese desprendimiento es imposible en un bagel bien hecho. Esto es un trozo de pan con forma de bagel, que igual pinta moderno y queda bien ofrecerlo en una carta a la última. 
 No hay demasiada gente que conozca lo que es un bagel. Por suerte cada vez menos vive ajena al fenómeno (...) bagel, pero dando gato por liebre no vamos bien. Si te ponen esto, te clavan 9'5€ y estás comiendo pan con un trozo de salmón, no te haces fan ni que te lo explique nuestro vecino Mikel. A ver, esto es pan a precio de oro. De baja calidad además. No lo parece, tiene buena pinta, sí, pero no. Que lo llamen por su nombre: bocadillo redondo de rúcula con trozo de salmón.
 Aquí la prueba:
Philadelphia en sólo un lado del "bagel", trozo de tomate, medio kilo de rúcula y una, sí, una lonchita de salmón. 9'5€. Lo que cuestan 10 bagels en el Be My Bagel de Gràcia y que son de verdad.

No sé si es una estafa, pero se le acerca, por precio y por producto. 
Elsa, Fred, tuvisteis vuestra oportunidad.
Larga vida a los que hacen fotos al local. Mala señal si no la hacen a la comida.

27.10.13

MOSQUITO. El increíble caso del insecto que atrae.

 MOSQUITO, C/Carders 46, entre Santa Caterina y Princesa.
El Mosquito es un bar de tapas de fusión oriental-asiática (así en general) que está muy de moda. Es hermano del Red Ant que pueden ver aquí de la mano de Rosanna y que le iguala en hipsterismo modernero. Son locales que la están partiendo y no podíamos no pasarnos a ver qué se cocía en esas famosas cocinas orientales de dumplings a tutiplén. Lo sentimos por los asiduos que querían mantener el secreto...Pero si nosotros nos hemos enterado ya...Alea jacta est.
La verdad es que de Mosquito sabemos hace tiempo. Y no por su merecida fama de local donde comer bien, sino por su faceta de beber MUY BIEN. Conocemos Mosquito, de hecho, por la Fira de Cervesa Artesana de Mediona, donde estuvieron sorprendiendo con unas tapas que les valieron largas colas de afamados birreros durante todo el día. Sí, Mosquito apuesta por la artesana y nos encanta. Aquí una muestra.
 A estas alturas ya deben saber bien que somos muy partidarios de la revolución pendiente en este país, mucho más que la agraria, que es la cervecera, y es que es un vicio que tenemos y del que va a costar desengancharse. No salimos de bares donde beber buenas cervezas, así que apostamos también por comer bien a gusto, sin cervecillas de gusto discutible. Y con mucha variedad. En este caso, elegí una IPA (Indian Pale Ale) Amarillo de Guineu y mrs B una Brooklyn Summer Ale (ideal por el tiempo que hace aún) que nos dejaron más que satisfechos.

En lo referente a la comida y como ya comentaba antes, es un local de tapas nada caras para los tiempos que corren de reminiscencias asiáticas que dejan más que satisfecho. Es un local pequeño, ruidoso y con mesas en las que se comparte con otros clientes (tendencia), algo oscuro y que recuerda una humilde taberna de algún rincón del Lejano Oriente. Algo así como Can Kenji pero más humilde y en formato bar. Nos gustó mucho el rollo, la verdad.

El menú del día no fue todo lo extenso que debería haber sido. La razón la tiene otro local que podemos encontrar 100 metros antes en la misma calle y que nos hizo caer en aquello de picar justo antes de entrar a comer: Pretiola, local de pretzels por antonomasia en la ciudad. Y claro, pasamos, compramos y nos comimos uno antes de llegar al Mosquito. Mal. Pero bien.
Así, pedimos unas cuántas tapas la más cara de las cuales fue el Pato a 7€. Aquí lo tienen. Muy bien, cantidad y calidad. No será el pato Pekín más famoso de Occidente pero es resultón, sabroso y no es fucsia.
 Luego llegó la tapa más insulsa de la sesión. Una especie de buñuelo de pescado con una salsita Thai que sabía a poco. Sirvió para llenar el buche pero no volverá a pasar. Textura raruna, insípidos. No pasan el corte. Y aunque lo pareciesen no eran berenjenas rebozadas.
No teníamos idea de que el dumpling era el plato estrella del local y por eso pedimos sólo esta tapa de dim sum a la plancha de verduras. Bien, muy correctos.
 Para mí, y sólo para mí, pedí una cansalada que estaba para morirse. Si hubiese tenido pan me hubiese hecho un bocata. Tal cual. Muy sabrosa y en cantidades porcinas.
 Y como plato principal, una sopa de noodles con ternera que salió fatal en las fotos. Muy recomendables. Gran plato en cantidad, calidad y precio. No es el caldo del Ramen Ya Hiro o el gallego del Porvenir, pero cumple con su función a la perfección. Mucho noodle, mucha ternera y muchos condimentos a añadir a la sopa, al gusto. Sabor potente y noodles caseros hechos con harina ecológica (si eso significa mucho). Platazo y a disfrutar.

Siento las fotos, ya decía que el local era algo oscuro y no han salido del todo bien. No muestran lo que fueron, de verdad. Y me falta la foto del Edamame que devoraron los otros dos miembros de la familia, especialmente el pequeño, que es muy fan.
Toda esta comida, que fue mucho se lo aseguro, nos salió a unos 11-12€ por cabeza, siendo las cervezas prácticamente lo más caro de la comida. Es un precio muy interesante. Gran comida, viaje a Oriente y goce cervecero

3.7.13

La Taguara. Bornezuela.

LA TAGUARA, C/Rec esquina Princesa, Barcelona venezolana. (martes a domingo 13-23'30h)


La Taguara es una arepería del barri del Born en Barcelona. Lo sé, igual voy demasiado rápido. ¿Qué es una taguara y qué es una arepería?
Taguara según encuentro por ahí vendría a significar en Venezuela pequeño negocio, e incluso negocio de mala reputación, pero dejo a los venezolanófilos que me rebatan la definición, mientras que arepería es un local donde se sirven arepas. Y la arepa es esto:

Como fans que somos de cualquier cosa que se parezca a una masa panera y se la pueda rellenar con cualquier cosa a modo de bocadillo clásico, nos encantan las arepas. Una torta de maíz en la que se puede meter lo que quieras, desde carnes diversas hasta queso pasando por frijoles negros, como verán luego. Para que lo vean más claro, les dejo las casi 20 variedades que se sirven en La Taguara: 
Añadir además que se sirven Cachapas, que es algo parecido pero de naturaleza dulce, lo que acaba siendo un escandalazo de "postre" que quita el sentido. Luego lo verán.

La Taguara es un pequeño local de fast food en el Born con una peculiaridad que llama la atención. No hay sillas. Es un pequeño espacio con una mesa central y unas barras laterales junto a la pared a modo de estantería (para que se hagan una idea) pero no te puedes sentar. Esto hace que el take away sea ideal, pero el detalle no es gratuito y no quiere decir que te estén invitando a salir del establecimiento. Al parecer, así son en Venezuela, como me comentó alguien originario del país en Twitter. De hecho me comentó que era así para poder seguir comiendo mientras te movías bailando (literal). Un detallazo. No se para de bailar ni para comer. Pues eso es una taguara. Un pequeño "antro", que no es el caso, para comer rápido, barato y divertirte (que sí es el caso). Comida popular y cultura gastronómica.

En el local del Born se cumple lo estipulado. Comer rápido y por menos de 6€ bebida incluida. Si se piden 2, o una arepa y una cachapa, pues salen a 10-11, todo depende. Pero para comer algo, con una es bastante. De carne de ternera, de pollo o de cerdo. Con queso o sin queso, con verduras o con plátano, etc. Salsas a discreción para aliñarlas. Para acompañar, refrescos, agua o zumos naturales muy tropicales. Variedad y buena comida rápida, lejos de prefabricados plasticosos.

He aquí la arepa Pabellón, con su carne mechada, frijoles negros, queso y más cosas que no recuerdo:

No tiene nada a envidiar a una hamburguesa. No lo es pero aguantaría la comparación. Carne y cosas. Muchas y muy buenas. Es un bocado contundente, no crean que lo acaban en dos pasadas.
Como les decía sobre las salsas, ustedes eligen: 
Para probar algo diferente además de la arepa, les recomiendo la cachapa. Una torta de maiz molido con azúcar, que le da ese toque dulce, sólo faltaría, que lo hace candidato al postre. Lo pedí con queso y sin carne, porque le quería dar ese uso precisamente, y la verdad es que me encantó. Soy goloso, aunque sé que no lo parece, y disfruté de cada uno de los bocados de la cachapa. Queso fundido que se estira hasta el infinito, vigilen si les mira alguien. Fue un placer total.

Experiencia venezolana, o que al menos se le acerca. No conozco el país y no sé si me venden una moto. En todo caso me gusta esa moto y seguiré comprándola. Larga vida a la arepa y la cachapa.
Platos de plástico, arepas envueltas en papel (que no se rompe ni con el caldo de los frijoles), nada de lujos. Como me gusta. Negocios humildes, gente que se esfuerza y lucha por seguir ahí. Nada de promociones salvajes ni agencias de publicidad. Humildad y buen hacer.
Cómo me gusta. 
Porque no hace falta que siempre vayan al Pim Pam que está a 15 metros, den la oportunidad a la humilde arepa venezolana y coman de pie.


23.2.13

SAGÀS. Lo divino de lo rural.

 SAGÀS, Pla de Palau, Barcelona. 
Hoy no les voy a descubrir Sagàs. Es un local de bocadillos con una sólida trayectoria y que llena cada día (aunque tampoco es muy grande) y vamos a dejarnos de memeces del tipo "llegan los bocadillos gourmet a Barcelona", cuando hace años que se instalaron y no sé bien del todo que significa gourmet.
 
Sagàs es uno de los proyectos de Oriol Rovira, del Restaurante Els Casals, en Sagàs en el Berguedà y que es una de las experiencias, según cuentan las crónicas, más necesarias e imperdibles en esto de la gastronomía catalana contemporánea. Una gente con su masia (hotel), su granja, su filosofia y sobre todo con un producto de una calidad fuera de lo normal. Porque es un gran producto, es suyo y hay que valorarlo.

Sagàs no es un local barato, y se consumen, principalmente, bocadillos. De hecho es caro si piensas que vas a comer un bocadillo. Pero es caro porque estamos acostumbrados a medir todo siempre con la misma vara defectuosa que nos hace creer que todos los precios deberían ser estándar aún utilizando materiales muy diferentes y productos de diversa procedencia y calidad. Lo desarrollaré en un futuro post en nuestro blog paralelo Comedor de Patatas. La idea es que si pagas 9€ por un sandwich de sobrassada puede parecer una locura obscena. Cuando ves que es probablemente y según cuentan, la mejor sobrassada del mundo, pues tal vez el precio puede ser relativo. Caro en principio, pero la experiencia, para mi que he ido alguna vez, lo vale. Respeto que no a todo el mundo le pueda parecer igual, pero es mi opinión. La hamburguesa McDonald's a 4€ no debería ser referencia porque no es de verdad.

Tras la divagación, les presento lo importante y por lo que están aquí. Comercio.
Para empezar, sirven un aperitivo con unas olivas espectaculares. Algún día le agradecermos a los griegos que nos colonizaran aunque fuese sólo un poquito. Este aperitivo lo cobran al final, 2€. Un detalle discutible, sin duda.
 Como tapa para compartir, no hay mucha variedad, probamos las bravas. Son patatas cortadas longitudinalmente y con piel, así que no son ortodoxas (hay que proteger el concepto brava?) y con un exceso de allioli. No exagero si digo que podrías comer medio pan de pagès mojando en él...Correcta tapa, pero sin emocionar. Buena salsa tomatera.
Yo pedí los Pork Buns, que son una especie de mini bocados chinos popularizados en NYC, que son porciones de pan al vapor rellenos de papada de cerdo y col, junto a una de las mejores salsas que probé jamás: cacahuete y jengibre. Casi me la como a cucharadas...Realmente una combinación espectacular. Sí, 12€, pero como un plato de macarrones en algunos sitios...Y el resultado es increíble. Y altamente adictivo. Lo amo desde ya.
 Visión global para intuir al fondo el otro gran triunfo del día.
He aquí uno de los grandes inventos de la Humanidad, pero de la parte buena de ella: Sandwich de sobrassada de Els Casals. Combinada con mozzarella y miel. Maravilloso, increíble. Un sandwich que vale cada céntimo que cuesta, que son 900. Contundencia total, sabor espectacular y experiencia pecaminosa que son las que nos gustan de verdad. Hay que ir más y pedir muchos, sólo por gula.

En definitiva, un espectáculo total.
Hay que saber a qué se va a Sagàs. El bocadillo no tiene por qué ser barato y un alimento desprestigiado. Un buen bocadillo puede ser un plato de nivel, sin duda. En Sagàs no lo dignifican porque ya es digno per se, pero lo prestigian. Y eso a veces se tiene que pagar. 
Producto, producto, producto. Del bueno.
No sé si es indicativo, pero al marcharnos del local vimos como acaba de sentarse Carme Ruscalleda, que de esto entiende un poco.
Si quieren seguir quejándose de precios y luego no les duele en prendas gastarse 10€ por cabeza en un fast food, allá ustedes.


BONUS:

Visita anterior hace mucho, mucho tiempo en una galaxia bastante cercana...
Fue la visita que me enamoró de Sagàs. El bocadillo de Porchetta, no exagero nada, me pareció en su momento uno de los mejores bocadillos que había probado nunca. El placer máximo hecho bocadillo, con una chapata espectacular y una carne increíble. Fue una revelación total.
Acompañé en aquella ocasión con unas patatas "rosses", y me parece que es una mejor opción que las bravas con exceso de allioli. 
 La porchetta divina de los dioses porcinos. La recuerdo con lágrimas de emoción...Como ven no es un bocadillo muy grande, pero la calidad....amigos, la calidad es lo básico. Basta de hinchar buches con lo que sea. Un poco menos, aunque algo más caro, también sale a cuenta si la calidad es así.
Y un postre que ya no recuerdo el nombre que tenía pero que era una de esas logradas versiones del pan con chocolate y sal. Muy bueno también.


3.1.13

PICNIC. Tienen huevos. Benedict.

PICNIC, C/Comerç 1, en el Born junto a la Ciutadella y Passeig St Joan.

Años han pasado desde que conocí Picnic de la mano del blog de Mikel Iturriaga en un post sobre locales para hacer brunch en la ciudad que nunca duerme (bueno en las Ramblas). Y mucho tiempo había pasado también desde mi última y agradable visita. En el paréntesis ha sucedido una cosa bastante previsible: el local se ha ido llenando.
Es un éxito y cuesta encontrar sitio si vas sin reserva un domingo antes de la 1 de la tarde.

¿Antes de la 1? Sí, un brunch es algo así como un desayuno que se hace tarde o una comida que se hace muy pronto. Pero esto ya lo saben porque lo hemos explicado alguna que otra vez. Te ahorras una de las dos comidas y tan contentos. Antiguamente te comías una butifarra con huevos fritos y ahora vamos con menús pretendidamente sofisticados que son tradicionales. En New York, pero tradicionales. El debate sobre si brunch SÍ o NO no lo tendremos ahora. A nosotros nos gusta lo que se ofrece y lo tomamos cuando apetece tomarlo. Igual eso que un vermut con berberechos, anchoas y Espinaler. No hacemos ni distinciones ni prisioneros. Y no nos sentiremos destructores de nuestro patrimonio gastronómico porque hay oferta para todo y tiempo para lo mismo. 

Tanta es la oferta y tan poco el tiempo que nos es dado para disfrutarla...(y dinero). 

Picnic es un local donde hacer un brunch más que respetable, aunque tal vez los precios se puedan ajustar un poco más. Pero no lo sé porque no conozco el coste de producción. Es un local con tres ambientes: arriba nivel entrada, un comedor con mesas y diversas barras, y una terraza. Si eso se llena, en la parte de abajo tienen el sótano de la mesa comunitaria, que es otra tendencia en Barcelona. No eres moderno ni eres nadie sin una mesa comunal donde compartir asiento con otros clientes. Y no me parece nada mal, que conste. Así ves cómo come la gente y qué come, antes de pedir lo tuyo. Y si son solter@s igual tienen hasta suerte. Pero volvamos al tema. Ese domingo nos tocó comer en el sótano, que también estaba lleno, y se pierde algo de gracia, pero no hay problema. Se pierde algo de gracia y tal vez tarden un poco más de lo recomendado en traer algún plato, pero bueno, se perdona si no hay prisas. Que era domingo.

¿Qué se come en un brunch clásico? Huevos Benedict sin duda. Y en Picnic los hacen y además son de Calaf, Home of the Eggs. Y están muy buenos, todo sea dicho. Pero hay más. Depende de la hora a la que vayan no me perdería unos pancakes, ese típico desayuno de peli/serie americana. Tortitas con sirope de Arce. Y se sentirán como en Padres Forzosos, o algo peor.

Nosotros nos decantamos por la orgía total brunchera, que significa un poco de todo...

Tomates verdes fritos, algo ligero para empezar y que en realidad son tomates verdes fritos. Bueno, rebozados y fritos. Muy buenos y sin los dramas de la pelicula homónima.
Al ir con hambre nos pedimos también unos pancakes que estaban realmente muy buenos...frutas, sirope y mucho dulzor. Algo más finas y diferentes a las del Brunch&Cake, pero las volvería a pedir si fuese algo más temprano y quisiera desayunar más que comer.
Huevos Rancheros, de Calaf, revueltos (scrambled) sobre una especie de crêpe y combinados con patatas y ensalada. Detalle langostinero y frijolero por encima.
Y los magnos Huevos Benedict (que dieron nombre artístico a Dirk, el Phoenix guaperas del Equipo A en su momento...). Son huevos escalfados sobre lo que llaman english muffin y que aquí diríamos que es un bollo de pan. Espinacas, salsa holandesa y en este caso salmón (alimento fetiche del blog) y no bacon. Junto a esta bomba, patatas y ensalada. Muy, pero que muy recomendables. (Pero a 14€, por eso mucha gente lo pide como plato único, sin entrantes). Es un plato que creo justifica la visita. Por eso casi todo el mundo lo pide. Básico.


Si se dejan de prejuicios antibruncheros, comerte esto a las 12 del mediodía es el Cielo. O a la 1. El problema con Picnic es que si siguen haciendo como antes, cambian la carta entre semana y dependiendo de si es mediodía o noche. Pero el fin de semana hay esto sí o sí. 
Al final, por unos 15€ si no pides entrantes te sale una comida-desayuno más que digna. Y esto es lo que cuenta. Y sobre la pijada americana y su influencia hablamos en otro blog.